El objetivo del tratamiento con botox es corregir algunas imperfecciones que aparecen, como producto de las expresiones, con el paso de los años otorgándole al rostro un aspecto natural.

A principios de los 70 el botox o toxina butolínica se utilizaba como parte de ciertos tratamientos oftalmológicos; es en esos procedimientos que se descubre la capacidad de paralizar ciertos  músculos del rostro, evitando así la formación de las arrugas o líneas de expresión.

El procedimiento consiste en realizar pequeñas infiltraciones en las zonas afectadas del paciente.

Con el paso del tiempo se ha minimizado las molestias generadas utilizando agujas cada vez más finas; evitando así algún tipo de dolor secundario o inflamación posterior.

Con estas infiltraciones se consigue bloquear la transmisión de impulsos nerviosos en aquellos músculos del rostro que, posteriormente, producen las líneas de expresión. Una vez que el músculo se encuentra en estado de reposo, las piel sobre él también tiende a relajarse; lo cual consigue disminuir progresivamente las imperfecciones del rostro; así como también, contribuye a prevenir la aparición de otras nuevas.

Los efectos del tratamiento se pueden observar solo algunas horas después de realizada la infiltración del producto.

El tratamiento no requiere ningún tipo de preparación previa ni descanso posterior. En algunos casos pueden presentarse ciertos hematomas, muy pequeños, como producto de la infiltración; pero al ser un detalle mínimo, el paciente podrá volver a sus actividades inmediatamente.

La medicina anti aging está recomendada para todas aquellas personas que busquen verse más jóvenes, de manera natural, con tratamientos sencillos y sin detener sus actividades diarias.